¿Quién es Enric Marco?
Esta es la pregunta que Javier Cercas trata de contestar en ‘El Impostor’. ¿Lo logra? Sí y no. Sí, porque a “El Impostor” no le falta ni una
coma. No, porque al parecer Cercas no se
da cuenta de que Marco hizo lo mismo que él: escribir la novela de su vida,
sólo que en vez de usar lápiz y papel –como Cercas– Enric Marco utilizó su
propia vida.
Cuando digo que a “El
Impostor” no le falta ni una coma, quiero decir que la novela está tan bien
escrita como puede estarlo una novela, pero no es suficiente. La descripción ‘novela sin ficción’ es muy
atractiva, pero al final una novela es una novela, es decir una verdad a
medias, es decir una mentira. Para saber
quién es Enric Marco habría que haber intentado escribir un ensayo literario,
algo relativamente sencillo para alguien como Cercas… ¿entonces?
En mi opinión lo que
verdaderamente quería Javier Cercas es escribir una novela y Enric Marco es para
él sólo un buen tema, pero saber quién es Enric Marco –el de carne y hueso– a
Cercas le importa poco. Por qué no mejor
admitir que Marco es un mentiroso excelso, un creador, un artista, un novelista
excepcional incluso tal vez mejor que el propio Javier Cercas. ¿Por qué no renunciar a escribir una buena
novela dejando en paz al pobre viejo?
¿Por qué la crueldad de explicar con detalles –falsos, por cierto– la
alteración de Moné a Marco hecha por Enric en Flossenbürg?
Otra vez en mi opinión
es porque Javier Cercas es un mentiroso excelso, un creador, un artista, un
impostor excepcional incluso tal vez mejor que el propio Enric Marco. Claro, en una novela se vale mentir, pero en
la vida no –explica Cercas; pero ¿quién y con qué autoridad escribió estas
reglas? ¿No somos todos, en mayor o
menor grado, mentirosos? ¿No somos todos, en algún momento, impostores?
Hay dos cosas en las
que creo fervientemente: una, el hecho de que de médico, poeta y loco todos
tenemos un poco y dos, el hecho de que en esta vida todo se paga. Algunos, como Enric Marco, pagan sus pecados
por adelantado. Me explico, hay un
pasaje en “El Impostor” que me llevó al borde de las lágrimas: Enric, de niño,
visitando a su madre en el manicomio, esperando tal vez una caricia maternal
que nunca llegó. Era el momento de
apagar el ordenador, olvidarse de “El Impostor”, dejar de ser novelista y
volver a ser un ser humano. Desgraciadamente,
de igual manera que Enric Marco no pudo contenerse y alteró en Moné la ‘o’ por
‘a’, la ‘n’ por ‘rc’ y la ‘é’ por ‘o’ para que se pudiera leer Marco, Javier
Cercas no pudo contenerse y continuó con su novela, perdiendo así la oportunidad
de dejar de ser –por una vez en su vida– un gran impostor.